viernes, 18 de enero de 2013

ADOLESCENTES. ¿SABES REALMENTE COMO AMARLOS?


"De los pecados de mi juventud, y de mis rebeliones, no te acuerdes;
conforme a tu misericordia acuérdate de mí,
Por tu bondad, oh Jehová."   (Salmos 27:5)  

La adolescencia es un periodo turbio en el que el niño experimenta una gran cantidad de cambios físicos, emocionales y neuronales, que lo llevaran a convertirse finalmente en un adulto; de la manera en la que pase este periodo dependerá en gran parte su futuro, desgraciadamente una gran cantidad de niños cristianos no logran atravesar esta etapa adecuadamente y terminan dicha etapa adictos, recluidos, enfermos, con hijos no deseados, muertos y sobre todo alejados de la iglesia que los vio crecer.

La mayor parte de las iglesias, por lo menos en América Latina, en vez de apoyarles en su crecimiento integral y comprenderles, solamente se limitan a:
- A criticar sus actitudes rebeldes e irresponsables.
- Echarle la culpa a Satanás y al mundo por las inclinaciones que ellos tienen.
- Poner a sus padres en el papel de víctimas, sin fincarles responsabilidad alguna.
- Hostigarles por todos los medios posibles para que se integren a la congregación, lo cual generalmente es contraproducente y los aleja aún más.

Otras contrario a esto implementan programas parecidos a los del mundo para que los adolescentes se sientan familiarizados en ella y no se alejen, pero en realidad tampoco tienen mucho éxito porque entonces los muchachos no logran diferenciar entre lo bueno y lo malo, y los pecados que generalmente cometen afuera los cometen entonces dentro del ámbito cristiano, como tener relaciones sexuales o emborracharse después de sus reuniones.

Por otro lado a los adolescentes les desagrada generalmente la iglesia, pues:
- Se contrapone a sus deseos, impulsos y pasiones naturales.
- No ven de que manera su asistencia a ella pueda servirles para enfrentar los retos a los que diariamente están expuestos.
- Cuando se atreven a cuestionar el sistema o sus dogmas , en vez de encontran un medio en el que sus dudas puedan ser aclaradas, se topan con la casi inmediata crítica de los adultos.

Y finalmente, los padres, que deberían ser su fuente de apoyo en esta etapa, en vez de aliarse a sus hijos y lidear con ellos amorosamente, generalmente se hacen complices de la iglesia y  las apoyan sin cuestionar sus métodos.

¿Qué hacer entonces con nuestros adolescentes?

Fácil, lo mismo que dice el salmo 27:5 que hace Dios.

Entender que en este periodo de la vida el cerebro y el cuerpo en su totalidad está en constante cambio, y que por lo tanto es común cometer errores, pues por naturaleza el adolescente:
- No es capaz de ver el futuro por más que se lo expliques.
- Tiene una curiosidad innata y quiere probar todo lo que ve.
- Desea tener un lugar en la sociedad, por lo que tenderá a darse a notar aún si los medios para ello no son los correctos.

Entender que es rebelde porque así fue hecho, pues gracias a ello un día podrá convertirse en un adulto independiente, y que si tú coaccionas exageradamente esto, lo único que lograrás es tener un día un niño de 40 años que en vez de dirigir su vida tendrá que pedirle a su madre permiso para todo.

Entender que debes tenerle buena voluntad, pues muchas de las cosas que desgraciadamente hace, no las hace porque sea malo o te odie, sino porque se busca a sí mismo.

Entender que debes ser bueno con él y que ¡Gracias a Dios!, si todo sale bien, este periodo solo abarcará unos cuantos años, y que al terminó de ella no solo volverá a la normalidad, sino que ahora ya no será un niño, sino un adulto maduro que en las manos de Dios será de gran ayuda, no solo a Dios y a la iglesia, sino también a su padres y a la sociedad en general.

Si tu eres un pastor, lo mejor que puedes hacer es comprenderles, guiarles y apoyarles cuando fallen.

Pero si tu eres un padre o una madre lo mejor que puedes hacer es amarlos y dedicarles la mayor parte del tiempo que puedas, no pienses que porque están grandotes ya no quieren a sus padres, al contrario , lo anhelan, nada más que si cada que quieren estar contigo tu empiezas a sermonearles y criticar sus actitudes, no crees que es natural que se alejen y prefieran entonces irse. Pues quién más que tú como padre, para apoyarlos, amarlos y guiarles en forma desinteresada y honesta.