domingo, 13 de mayo de 2012

LA COMPAÑÍA DE NUESTROS SEMEJANTES


“Y puso Adán nombre a toda bestia y ave de los cielos y a todo ganado del campo; mas para Adán no se halló ayuda idónea para él.”   (Génesis 2:20)
El Hombre fue hecho para estar en compañía de otros semejantes a él, y no solamente porque necesite su ayuda, sino porque solo ni siquiera está capacitado mentalmente para sobrevivir.
En el sigo XII por ejemplo, a un emperador llamado Federico II, se le ocurrió la idea de que si el hebreo era el lenguaje de la Biblia entonces todo niño al no aprender otro lenguaje terrenal por consecuencia debería hablarlo sin necesidad de haberlo estudiado, para comprobar esto formó un grupo de bebés recién nacidos y ordeno a sus nodrizas cuidarlos y alimentarlos pero sin mantener comunicación alguna con ellos, es decir, que no les podían hablar, hacer gestos o acariciar, el resultado realmente nunca lo pudo comprobar porque todos los bebés murieron antes de mencionar palabra alguna.
Y lo mismo le sucede a los animales, hace unos años un compañía hizo un experimento para probar cierto alimento, así que formó varios grupos de conejos para ello, sucedió que uno de los grupos de conejos creció más que el resto, lo cual era anormal porque se alimentaban todos por igual, el experimento fue repetido, pero los resultados fueron los mismos, así que la empresa colocó cámaras de vigilancia para ver que sucedía, y lo que descubrió fue que la persona que alimentaba al grupo de conejos que más crecía no les aventaba simplemente la comida sino que los tomaba uno por uno para acariciarlos mientras ellos comían; así de importante es el contacto entre los seres vivos.
Y es que el hombre fue creado un ser social, necesita de sus semejantes no solo para que le ayuden sino aún para encontrarle un significado más profundo a la vida, tal vez sea por eso que los hombres casados viven en promedio 7 años más que los hombres solteros y que las personas nacidas en familias grandes con por lo menos 6 o 7 hermanos tienen un riesgo de suicidio mucho menor que las demás.
Las caricias, los besos, los abrazos, la estima, la camaradería, las palabras de aliento… son algo indispensable tanto física como emocionalmente, sin las suficientes muestras de aprecio el ser humano disminuye sus defensas fisiológicas y puede aún llegar a padecer ciertas enfermedades mentales.
Por eso como buen cristiano y comenzando claro está por tu familia, una de tus obligaciones es convivir más con tus semejantes, principalmente con tus hermanos en la fe, darles palabras de aliento, consolarlos en sus momentos difíciles,…
Es por eso que no debes dejar de congregarte en una iglesia, con ello crear lazos con más personas semejantes a ti y no solo mejorará tu estado de ánimo, sino que aún tu sistema inmunológico se fortalecerá y serás menos propenso a enfermarte.