martes, 26 de junio de 2012

PACTO DE SANGRE Y MATRIMONIO

"Él, respondiéndo, les dijo: ¿No habeís leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo, y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y los dos serán una sola carne? Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre."   (Mateo 19:4-6)

Un pacto de sangre es un concepto tribal que ha sido practicado desde tiempos inmemoriales por una gran cantidad de culturas alrededor del mundo.

Dicho pacto es practicado de diferentes maneras dependiendo de la región del mundo en la que se lleve a cabo, en algunos lugares la sangre de las dos personas que lo llevan a cabo es mezclada y bebida por ambas partes, en otras las muñecas cortadas de ambas personas son unidas, en otras se corta un animal en dos partes y los pactantes caminan entre ellas para consumar el convenio,...

Independientemente del método, el pacto de sangre es un acuerdo solemne en el que las partes se comprometen ante la deidad en la que creen de forma unilateral, incondicional e irrevocable a cumplir los términos establecidos por ellos mismos; por lo que solamente la muerte de uno de ellos podrá disolverlo.

Tal era el compromiso establecido en este tipo de pactos, que cuando uno de los pactantes rompía el trato, en ocasiones eran aún sus propios familiares los que le buscaban para darle muerte.

Y es así precisamente como ha sido establecido el matrimonio por Dios, de la misma manera que un pacto de sangre, por eso es que es que en dentro de él las personas se comprometen a estar juntas a pesar de las circunstancias, de ahí que sea irrevocable y solo la muerte sea capaz de disolverlo.

Pero como en occidente la idea de pacto ha desaparecido prácticamente y ha sido canjeada realmente por el concepto de contrato, y los contratos son bilaterales, condicionales y revocables porque dicen más o menos lo siguiente: "Si tú guardas tu parte del acuerdo yo guardaré la mía, si tú fallas yo ya no estoy obligado a nada"; entonces aún los cristianos hemos llegado a creer que realmente el matrimonio puede disolverse si las circunstancias así lo ameritan.

Lo cual no es cierto, porque lo que dice la Biblia en 1 Corintios 7:10-11 no es que se divorcien los esposos cristianos cuando las circunstancias a ello los obliguen, sino que simplemente se separen y de ser posible vuelvan a reconciliarse otra vez.

Sé que en algunos casos la convivencia entre dos personas resulta imposible, sobre todo cuando el maltrato, los golpes, las drogas o los abusos han pasado ya ciertos límites, sin embargo, como lo que dichas personas han establecido entre ellas es un pacto del mismo tipo con que las antiguas civilizaciones lo hacían con sangre, no podrán por ello simplemente darlo por terminado.

Podrán separarse y en algunos casos aún establecer los medios legales necesarios para impedir que la otra persona tenga algún tipo de contacto con ellos y les haga daño, pero es solo hasta que uno de los dos adultere, matando así la relación, cuando la otra parte tendrá ante Dios la libertad para divorciarse; y aún en esos casos pienso que Dios prefiere el perdón de la parte ofendida que el divorcio, pues que somos todos nosotros, sino ex - adulteros espirituales que un día gracias al sacrificio del Señor fuimos perdonados para formar ahora parte de la novia del Cordero.